
La crisis ambiental actual, asociada a la contaminación, el calentamiento global y la expansión del extractivismo, ha agudizado la pérdida de biodiversidad y del clima en el planeta. Por ello, en el ámbito escolar, la educación ambiental es indispensable para la promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), buscando estrategias que se puedan implementar para promover la conservación del medio ambiente mediante aprendizajes significativos en espacios fuera del aula.
Algunos estudios mencionan que un modelo estratégico que promueve la apropiación de la conciencia ambiental, donde se aplica la figura “aprender-haciendo”, son las huertas escolares. Estos son espacios de concienciación sobre el medio ambiente, donde se aprovechan los productos cultivados y se evidencian procesos de enseñanza-aprendizaje en un escenario de convivencia y conocimiento nutricional, que puede estar parcialmente bajo la supervisión de estudiantes.
Otros estudios argumentan el efecto positivo en la inclinación hacia una sana nutrición y la estimulación de procesos interpersonales, formando ciudadanos que repercuten positivamente en el medio ambiente. Las huertas escolares son espacios participativos donde se cosechan alimentos y se mitiga la inseguridad alimentaria. Son lugares significativos para la alfabetización ambiental, que promueven la preocupación por la conservación del entorno. Actúan como aulas al aire libre donde los alumnos adquieren responsabilidades y se convierten en recursos didácticos que comprenden conceptos pedagógicos y sociales, como la autonomía y el trabajo en grupo, desde metodologías activas que fomentan prácticas innovadoras.
Es un hecho que la escuela de hoy en día necesita acciones didácticas innovadoras que faciliten el proceso de aprendizaje. Las huertas escolares fomentan las competencias agroecológicas, que relacionan las buenas prácticas agrícolas y el bienestar ecológico de los ecosistemas (agroecosistemas), promoviendo la interacción entre la sociedad y la naturaleza; un ejercicio interdisciplinario que promueve tradiciones, valores nutricionales y seguridad alimentaria.
Lo anterior permite concluir que las escuelas actuales requieren prácticas instructivas innovadoras que faciliten el proceso de aprendizaje. La implementación de una huerta escolar permite desarrollar competencias agroecológicas en los estudiantes, a través de la orientación y la actuación responsable hacia el medio ambiente, así como la promoción de la sostenibilidad, la agricultura orgánica y la cultura ambiental.
Tomado del texto: Incidencia de las huertas escolares y la agroecología en la formación por competencias. https://revistas.upn.edu.co/index.php/TED/article/view/21081/13580

